domingo, 17 de abril de 2011

Los Incas

Los Incas eran grandes conquistadores, su imperio estaba ubicado en América del sur. Abarcaba los siguientes países ( divididos actualmente), iba desde el norte de Chile al sur de Colombia, cubriendo los territorios actuales de Bolivia, Perú, Ecuador hacia el Pacífico. Su territorio se situaba en parte sobre la cordillera de los Andes.


Para poder administrar mejor un territorio tan extenso, los Incas lo dividieron en cuatro regiones que partían desde la capital, Cuzco que significaba “ombligo”: Chinchasuyu, Antisuyu, Contisuyu y collasuyu. Estas zonas se dividían en provincias y ciudades, compuestas por “ayllus”.



Desarrollo tecnológico



La economía Inca, dirigida por el estado, era sobre todo agraria, y se basaba en cultivos como la papa, o patata y el maíz.
Las tierras pertenecían al estado y se repartían cada año entre diversos estamentos sociales. No existía pues la propiedad privada. A la aristocracia se le entregaban las mejores tierras, que eran cultivadas por los peones o purics.
La ganadería era también muy importante. Destacaban los rebaños de llamas, alpacas y vicuñas, que procuraban carne, leche y lana, y se utilizaban también para el transporte.
El comercio no tuvo gran desarrollo, pese a la construcción de una extensa red de caminos, debido que se desconocía el uso de la rueda. Tampoco se conocía la moneda, por lo que se pagaba mediante trueque o trabajo.


Escritura



“Cuando Mayta se enteró de lo sucedido al puente, acudió enseguida ante el registrador para enviar un mensaje. El registrador, que era un anciano, llevaba en su tocado una luna creciente de plata, con lo cual se identificaba como Quipu-camayoc, o sea, cuidador de los Quipus (los registros formados por cuerdas anudadas) y entendido en su lectura...”


Los Incas no tenían escritura. En cambio, usaban un Quipu para tomar nota de las cosas y para ayudarse a recordarlas. Quipu significaba “nudo”; estaba formado por una cuerda principal, más larga que las demás, de la cual colgaban otras en las cuales aparecían nudos. Cada nudo representaba unidades decimales, desde diez hasta cien. Algunos Quipus tienen cuerdas de diferentes colores, que representan diversos conceptos y objetos como, por ejemplo, el negro, que se refiere al a guerra; el blanco, con el que se alude a las alpacas; el amarillo, que significa oro. El Quipu podía registrar números de cosas, así como las fechas en que ocurrieron acontecimientos importantes.


“A medida que Mayta hablaba, el cuidador de los Quipus hacía nudos en las cuerdas. Cada uno de estos nudos significaba un cierto hecho. El Chasqui que debería llevar el mensaje resordaría cuáles cuerdas se referían a las llamas, cuáles a los alimentos, cuáles a los hombres, cuáles, en fin, a los puentes...”
(fragmento del libro “Los Incas, pueblo del sol” “el corredor chasqui” )


Vestimenta


Eran la mascapaicha, el yauri (especie de cetro), el sunturpauca(especie de pica emplumada) y el ushno o trono de oro. En ciertas ceremonias religiosas el inca se acompañaba por la napa: una llamablanca vestida por telas rojas.


A partir de la conquista incaica, entonces, la vestimenta sirvió para diferenciar las distintas etnias y territorios, como así también la clase social.
De la misma manera, así como el tipo de ropa utilizada determinaba el origen del inca, también existían un conjunto de elementos que los unificaba: el derecho a llevar uncu , chullu (túnica masculina) y demás adornos que lo identificaban como grupo. Esta metodología se conservó hasta la llegada de los españoles, quienes intentaron unificar, aún más, la vestimenta local, entendiendo que ésta era una sola a lo largo y ancho de todo el imperio.
Los materiales básicos eran el algodón y la lana, en sus diferentes variantes, alpaca y vicuña. La primera de mayor simpleza y la segunda, destinada a las clases más altas. Famosos por sus tejidos que pueden conocerse hoy en día gracias a la conservación que mantuvieron en virtud al clima desértico y pese a las tumbas en donde se hallaron, las mujeres incas eran las encargadas de hilar y tejer, tanto para el seno de la familia como para los gobernantes, magníficas telas tejidas, en pago del tributo. Los tejidos eran decorados por bordadores especializados; los motivos consistían en formas geométricas e imágenes de animales y seres humanos. A menudo, con este tipo de telas de tapicería se confeccionaban vestidos.
Asimismo, el vestuario inca se caracterizaba por especial cuidado en el tocado, las clases más altas llevaban la insignia real que consistía en flecos agarrados con un cordón multicolor, adornado en la parte superior con plumas de aves.

Mujeres: vestían de manera sencilla. Lo que las diferenciaba a una de otras según su clase, no era la complejidad en la confección sino la calidad de los géneros con que estaban fabricados los vestidos. La ropa típica era una túnica rectangular que se colocaba por la cabeza, ancha, que se ceñía a la cintura con un lazo y cuya extensión llegaba hasta los tobillos. Sobre el vestido, llevaban una capa tejida de alpaca. Las damas de la nobleza tenían el privilegio de llevar telas más sofisticadas y coloridas, como así también capas de vicuña. 

En cuanto al peinado, las mujeres lo usaban con una ralla al medio y muy largo. Al igual que la ropa, que no solo tenía carácter funcional, el cabello también connotaba estados particulares de la persona: durante el duelo se llevaba más corto, como signo de belleza representaba un especial cuidado, etc. Los peinados iban cubiertos con un pequeño manto llamado ñañaca o pancpacuna.

Hombres:  usaban un especie de poncho llamado onka que, normalmente, era tejido en alpaca. Encima de esta prenda, y en los días de frío, usaban una capa, también tejida, que se llamaba yacolla. A ésta indumentaria se sumaba un taparrabo, el wara cicoy, entre las piernas. Para las clases altas cobraba especial significación, la virilidad del portador.
También llevaban accesorios, que variaban según el rango y la ocasión en que eran usados: peines elaborados con espinas, madera, orejeras y alfileres de cobre, plata y oro.

Produccion literaria

Los incas creían en muchos dioses. El dios Viracocha era considerado el dios de la vida, del Sol y de la Luna. Todos los demás dioses estaban subordinados a él. Al Sol se le atribuía los beneficios que hacía prosperar la agricultura.
La llegada de los europeos a América fue anticipada por presagios y profecías de origen azteca e inca. De los aztecas han llegado hasta nosotros fragmentos escritos. En el caso de los incas, que no tenían escritura, las noticias provienen de la tradición oral indígena y de los testimonios que dejaron los cronistas de la época.
Los presagios aztecas anunciaban que el retorno del dios Quetzalcoátl (imagen izq.) se produciría al final del reinado de Moctezuma y lo haría bajo la forma de un hombre blanco. Antes de su llegada -afirmaban- ocurrirían una serie de fenómenos naturales y catástrofes. Los testimonios así lo enunciaban:
"De aquí a muy pocos años nuestras ciudades serán destruidas y asoladas, nosotros y nuestros hijos muertos..."
Y prevenían al emperador:
"perderéis todas las guerras que comiences y otros hombres con las armas se harán dueños de estas tierras..."
Las profecías comenzaron a cumplirse a los tres años de la ascensión de Moctezuma al trono. En 1510 se sucedieron un eclipse de Sol y la aparición de un cometa. Al poco tiempo Hernán Cortés desembarcó en las costas de México... y no pasó mucho tiempo hasta que los indígenas tomaron conciencia de que no era precisamente el dios que aguardaban.
En el imperio de los incas la llegada de los españoles también fue precedida por presagios y profecías. Se anunciaban fenómenos naturales: rayos, cometas y cambios en el color del Sol y la Luna. El cronista Garcilaso de la Vega cuenta al respecto:
"Hubo grandes terremotos y temblores de tierra (a poco de arribar los españoles) que, aunque en el Perú son frecuentes, notaron que los temblores eran mayores que los ordinarios, y que caían muchos cerros altos."
Los incas esperaban también el retorno de un dios salvador, Viracocha. Por ello cuando tuvieron noticias de la llegada de Pizarro, muchos creyeron que era la esperada divinidad:
"Quién puede ser sino Viracocha... era de barba negra y otros que lo acompañaban de barbas negras y bermejas".
Pero los españoles pronto disiparon la ilusión de los incas, según lo afirmaba un cronista de origen indígena:
"Pensábamos que era gente grata y enviados de Viracocha, pero paréceme que ha salido
al revés, hermanos, que estos que entraron a nuestras tierras no son hijos de dios sino del demonio."







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